Friday, August 1st was one of those times when I felt like a boy again thanks to the Utah Symphony and Disney (and after having lost most of my hair, and having what little is left full of gray, I’m especially grateful).
During the concert the orchestra and soloists performed pieces from films like Cinderella, The Little Mermaid, The Princess and the Frog, and Mulan among others. But there were three moments that really captivated me:

Moment # 1: The soloists and the orchestra performed “Kiss the Girl” from The Little Mermaid and I could not help myself, so I started singing the chorus with my wife. Needless to say, my neighbors threw me looks as if asking “What’s wrong with this guy?” while my wife rolled her eyes (the price of marrying a baritone).
Moment # 2: The screens showed the scene from Sleeping Beauty in which the prince is released and ends up fighting the Maleficent Black Dragon, all accompanied with live music by the Utah Symphony. I found myself throwing my fists in the air every time maestro Steichen signaled a forte and when the prince waved his sword. It was like watching a MMA fight, but with live orchestra background. That was cool.

Moment # 3: The instant snowflakes appeared on screen, the audience roared. The audience knew that the songs from Frozen had finally arrived. That was mesmerizing: my 5 along with 95.73% of the public sang the songs by heart, and my 2 year old girl, along with the other 4.27%  babbled it (including myself). At the time the Latina singer Arielle Jacobs began to sing the notes of “Let it Go” my girls began to dance, the rest of the girls in the audience were swaying their bodies as they sang,  eyes were closed in fervor, hands were moving like metronomes in the air . I was witnessing a trance, mass hallucination.
The music was not only touching, but well-executed. My sources told me that the band could only rehearse the concert once, only a few hours before the show. In all honesty, the soloists, Conductor Jerry Steichen and the Utah Symphony (these guys are good, really good!) excelled. All that and more surrounded by mountains, with a sunset background, and with the moon and stars above us in the end. The evening was, in one word: Magic.
Gonzalo A. Peña
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Gonzalo sings in the Utah Opera Chorus and promotes the arts in the Hispanic community

El viernes 1ero de Agosto fue una de esas ocasiones en que me sentía nuevamente como un muchachito gracias a la Utah Symphony y Disney (y se les agradece después de haber perdido casi todo mi cabello, y de estar lleno de canas lo poco que queda).
En el concierto la orquesta y los solistas interpretaron piezas de películas como La Cenicienta, La Sirenita, La Princesa y El Sapo, Mulán entre otras. Hubo tres momentos que realmente me cautivaron:

• Momento #1: Los solistas y la orquesta interpretaron “Bésala” de La Sirenita y no me pude contener, así que empecé a cantar los bajos del coro a mi esposa. Demás está decir que mis vecinos (y mi esposa) me lanzaban miradas como preguntándose “¿Qué le dio a éste?”. Eso le pasa a mi esposa por casarse con un barítono.
•  Momento #2: Las pantallas muestran la escena de La Bella Durmiente en la que el príncipe es liberado y termina luchando contra un dragón negro, todo esto acompañado con música en vivo por la Utah Symphony . Me encontré lanzando mis puños al aire cada vez que el maestro Steichen señalaba un forte y cuando el príncipe ondeaba su espada. Era como ver una pelea artes marciales, pero con orquesta de fondo.

 

• Momento #3: Al instante en que aparecieron copos de nieve en la pantalla, el público rugió. La gente sabía que finalmente las canciones de Frozen habían llegado. Eso fue increíble, mi niña de 5 así como 95.73 % del público cantaba las canciones de memoria, y el resto las balbuceaba (incluyendo mi niña de 2 años). Al momento en que la cantante Latina Arielle Jacobs comenzó a entonar las notas de “Let it Go” mis hijas comenzaron a bailar, adolescentes se mecían mientras cantaban, sus ojos se cerraban, las manos se alzaban y se movían como metrónomos entre todo el público, estaba presenciando todo un trance, una alucinación en masa.

La música fue no solo conmovedora, sino bien ejecutada. Mis fuentes en la orquesta me dijeron que solo pudieron ensayar el concierto una sola vez, en la mañana de ese día. Realmente se lucieron los solistas el Maestro Steichen y la Utah Symphony (tremendos músicos) . Todo eso y más rodeado de montañas, con el atardecer de trasfondo y con la luna y las estrellas sobre nosotros al final. La velada fue, en una sola palabra: Mágica.
 

Gonzalo A. Peña
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Gonzalo canta en el coro de la Utah Opera y promueve las artes entre la comunidad hispana